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lunes, 18 de abril de 2011

''Todo es verde'' relato extraído de la colección: ''La niña del pelo raro''

Todo es verde

Ella dice, no me importa si me crees o no, es la verdad, cree lo que te dé la gana. Entonces es obvio que está mintiendo, si fuera la verdad ella enloquecería intentando hacer que le creas. Así que creo que lo sé.

Ella enciende un cigarrillo y mira hacia fuera, lejos de mí, observando a escondidas con su cigarrillo encendido a través de una ventana húmeda, y no sé qué decirle.

Le digo, Mayfly, ya no sé qué hacer, decirte o creerte. Pero hay cosas que sí sé. Sé que estoy viejo y que tú no. Y que te he dado todo lo que tenía para darte, tanto con mis manos como con mi corazón. Todo lo que tengo dentro de mí te lo he dado. He estado aguantando, trabajando duro todos los días. Te he hecho la razón por la cual hago lo que siempre hago. He intentado hacer un hogar para dártelo, para que estuvieras en él, y para que fuera agradable.

Enciendo un cigarrillo y luego arrojo la cerilla en el fregadero junto a otras cerillas y platos y una esponja y cosas así.

Le digo, Mayfly, mi corazón ha estado muy mal por ti pero yo ya tengo cuarenta y ocho años. Es hora de que deje que las cosas no me arrastren simplemente. Debo usar algo del tiempo que aún es mío para intentar hacer lo que es correcto. Debo intentar sentirme como debería. Dentro de mí hay necesidades que tú ya ni siquiera puedes ver, porque hay demasiadas necesidades tuyas que se interponen en el camino.

Ella no dice nada y yo miro a su ventana y puedo sentir que ella sabe que yo lo sé, y entonces se arrellana en mi sofá. Levanta las piernas con sus pantalones cortos.

Le digo que en realidad no importa lo que yo haya visto o lo que crea que haya visto. Ya no importa. Sé que estoy viejo y que tú no. Pero ahora siento como si ahora todo lo mío se estuviera yendo hacia vos y nada de vos regresando a mí.

Su cabello tiene una especie de bonete y algunas pinzas y la barbilla está posada en su mano, es temprano, y ella luce como si estuviera soñando, con la luz diáfana que atraviesa la ventana mojada, sobre mi sofá.

Todo es verde, dice ella. Mira como todo es verde, Mitch. Cómo puedes decir las cosas que dices que sientes cuando allá fuera todo es tan verde.

La ventana sobre el fregadero de mi cocineta está limpia gracias a la fuerte lluvia de anoche, y ésta es una mañana con sol, aún es temprano, y hay un caos de verde allá fuera. Los arboles son verdes, y la hierba pasando los reductores de velocidad es verde y alisada. Pero no todo es verde. Los otros tráiler no son verdes, y mi mesa de juegos afuera con charcos de agua y latas de cerveza y colillas flotando en los ceniceros no es verde, o mi camión, o la gran noria tirada de lado, bajo un tendedero sin ropa, junto al tráiler contiguo donde vive un tipo con algunos niños.

Todo es verde, ella está diciendo. Ella está susurrándolo y sé que el susurro ya no es para mí.

Tiro mi humo y giro violentamente con el sabor de algo verdadero en mi boca. Me vuelvo hacia ella.

Está mirando hacia fuera, desde donde está sentada, y la miro, y hay algo en mí que no consigue finiquitar cuando la miro. Mayflay tiene un buen cuerpo. Y ella es mi mañana. Digo su nombre.


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