Seguidores

sábado, 28 de julio de 2012

Un adelanto de:'' Los poemas del dolor y la diatriba desesperada.''

I

Eres un poema, un poema que no termino. Y es ese espacio en blanco lo que más duele. El dolor de lo fragmentado, de lo inconcluso, el dolor de la certeza de tu ausencia. Un dolor para el que no hay analgésicos ni morfina no anestesia. Herida nanométrica y aguda, y fundamental como un quark, como un ladrillo molecular, en el territorio inhóspito de mi corazón. Herida de cobardía, de haber dejado un destino a medio camino. Herida dilacerada por un deseo sin fecha de caducidad, un deseo empacado al vacío. Y el dolor continúa, terebrante y visceral, con la melodía de las canciones mudas que quedaron atascadas al borde de la garganta; con el asalto impune del incendio de tu mirada; con el ataque radical del surrealismo de tu sonrisa, esa espléndida sonrisa de comercial de tv en HD; y el dolor continúa, prolífico, virulento, creciendo como una interminable progresión geométrica; continúa danzando con la sutil elegancia de un movimiento browniano, con las reminiscencias arrastradas por nuestro padre: el viento: for we’re like creatures of the wind, and wild is the wind. Y entonces sueño cada poro, cada esquina, cada recodo de tu cuerpo; sueño la calidez tropical de ese beso que no nos dimos; sueño el ámbito sublunar de tus fugas, tus apariciones y tus ecos; sueño las excavaciones y el microclima de tu sexo; sueño las magníficas imágenes fractales de tu sueño. Y resuelvo todas sus ecuaciones, sus acertijos, sus contradicciones; desnudo su extraña criptografía. Sin embargo, no hay alivio, sigues doliendo al despertar, sigue existiendo aquel umbral que no pude atravesar. Y parece que no hay palabras que agregar, que me he quedado sin letras, sin monogramas, sin alfabeto. Parece que este poema y, por lo tanto, el dolor no tendrán final…