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lunes, 6 de junio de 2011

Me gustan los tipos con los dientes rotos...


Me gustan los tipos con los dientes rotos

Había dejado la U. Estaba dándome duro contra las paredes (aún lo hago, ocasionalmente) y tenía esta loca idea de ser escritor (aún la tengo), aunque no escribía nada (ahora escribo algo de vez en cuando). Había leído En la busca del tiempo perdido, un libro totalmente ajeno a mí, escrito con una prosa exquisita, preciosista, y que no me tocaba para nada, estéticamente hablando. Pero me dije: ‘‘eso es lo que quiero hacer’’. Supongo que mi vieja tuvo mucho que ver en eso, pero eso es algo para hablar con mi psicoanalista. Leía, leía mucho. No quiero fanfarronear pero sí, leía. Especialmente mierdas decimonónicas. Un día en la biblioteca departamental, en el ala de literatura norteamericana, esquivando a Faulkner, Fitzgerald y a Hemingway, me encontré con un libro titulado La máquina de follar. Vaya título. Qué gran descubrimiento. En castellano Anagrama lo dividió en dos: Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones y La máquina de follar. Son 60 y tantos relatos escritos con una prosa descarnada y demencial. Nada de pretensiones líricas, nada de elitismo léxico. Simplemente, al pan pan y al vino vino. No hay eufemismos ni maquillaje. Este man me voló los sesos. Me convertí en su fan, inmediatamente.

Otro día en la Librería Nacional me encontré en la fila a una señora de unos sesenta años con un libro de Bukowski en sus manos y no pude resistirme y felicitarla por tan buena elección. Me dijo que le encantaba y que lamentaba no haber tenido la oportunidad de leer algo así a los quince. Me acordé de mi vieja: ‘‘Para leer a Vargas Vila había que esconder sus libros, prender una vela y leerlo mientras todos dormían’’.

Yo le recomiendo a todo el mundo a Bukowski. Qué bueno sería que los profesores de castellano lo enseñaran en el colegio. Quizás tendríamos más y mejores escritores. Mucha gente me ha dicho que no les gusta. Que es un vulgar. Que eso de: ‘‘…me levanto, agarro la botella, me la follo…’’ no les gusta. Que quieren metáforas. Bueno, las metáforas no están de más, pero acepta la elipsis, la hipérbole y la concisión. Si dices algo con 10 palabras, hazlo con 5. Arquitectura moderna, Bauhaus. Y además está su fantástico sentido del humor, siempre espléndido y ácido. Si no te cagas de la risa leyendo a este cabrón tu humor es inválido.

Es magnífico cuando te sientes identificado y a mí me pasaba con Bukowski. Yo no me las pico de macho o de tipo duro pero acepto el patetismo y la autoburla como cosas cotidianas. Si podés reírte de vos mismo te será más fácil reírte de los demás. Y Bukowski es un gran bufón.

Sus personajes siempre están en la cuerda floja, enguayabados, adoloridos, abandonados. Siempre marginales o haciendo trabajos que detestan, aguantando, esperando ese golpe de suerte que nunca llega pero esperando de todos modos porque el suicidio no es la salida. Por lo menos, no la de él. Sus ambientes siempre lumpen. Nunca encontrarás en sus historias bellos paisajes, arcoíris o pajaritos. Por lo general, hallarás a un tipo resacoso que se da cuenta que la cagó la noche anterior y de que su mujer lo ha dejado. Siempre la bebida como escape. Amado u odiado, no hay términos medios con él. Las feministas del mainstream lo putean, los socialistas le escupen, los niños bien lo detestan y la academia lo ningunea. Pero Bukowski rocks!

Al final, todo es política muchachos. Yo soy conservador (a veces), liberal (porque no he encontrado nada mejor que el puto capitalismo y eso es una vergüenza para toda nuestra especie), anarco y facho (porque qué somos sin nuestro lado radical, tan sólo moscas revoloteando al lado del estiércol). Y este loco te enseña a ser radical, a cuestionarte y, sobre todo, a reírte. El sexo es una farsa, las drogas una farsa, ¿el amor? Suerte si lo consigues. ¿Qué te queda? La risa. Si sos un prole tenés a un buen compañero de birras sino también. La lucha de clases existe. Marx no ha muerto. Quizás esté más vivo que nunca pero y qué… Esto le hubiera emputado al viejo Hank, ya hubiera recibido un izquierdazo. Cállate de una puta vez, me hubiera dicho. No quiero escuchar nada de política. Pero como les dije, todo es política. Bukowski después de todo también era un farsante. Tenía una gran máscara y vendía su mito. La leyenda de Fuckowski. El tipo duro (una mezcla de Bogart y Brando), el gran amante, el magnífico poeta, el misántropo, solitario, sin amigos. Sin embargo, a la final debes aceptar que terminas frente a tu máquina o a tu PC intentando llegarle a gente que no ha nacido aún. Eres un puto romántico y ya. Si algo puede resumir y darnos un ejemplo de lo que les digo es el poema Bluebird: There’s a bluebird in my heart that wants to get out but I’m to tough for him, I say, stay in there, I’m not going to let anybody see you…

En una ocasión alguien le dijo a Bukowski, Hey, por qué me retrataste así en tu relato, eso no fue lo que sucedió. Bueno, le contestó Bukowski, en mis historias yo soy el héroe, si quieres escribe tu versión de lo sucedido. Otro buen ejemplo de la farsa. Lo bueno de él es que nos lo hace saber, nos advierte que está mintiendo. Bukowski Forever!


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